Oh, pueril indulgencia.
Oh, banal impunidad.
Audaz codicia, astuta soberbia,
alimentan día a día a los que se jactan...
a los que muestran su miseria.
Oh, Ego tan demandante, siempre clamando atención,
siempre ejerciendo más y más presión...
¿Cuándo nos liberarás?
Muy absurda es tu pretensión.
Sin ninguna intención, decidí caminar,
supuse que con la hermosa alba iba a tropezar.
Me equivoqué, ahora sólo un mar de oscuridad.
Oscuridad letal, me está costando respirar.
Dejadme ser, oh banalidad.
Dejadme obviar, oh miedos invencibles.
Permíteme amar, a pesar de todo afán.
Hazme crecer, maravillosa sabiduría del Ser.
Dejad a los otros en paz,
deja de mirarnos mal.
Nosotros carecemos de culpa alguna,
entréganos tu piedad.
Vida, calma tus ansias, espera a respirar,
y, cuando todos estemos a la par,
será el hermoso tiempo de comenzar.
Comenzar a profetizar la paz.
¿Qué deseo más bello alguna vez me alcanzará?
Probablemente no exista mayor dicha que la felicidad.
Mac.
sábado, 3 de mayo de 2008
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario