lunes, 24 de marzo de 2008

Conclusión

. El joven Darío, quien recién comenzaba a ver a las personas un poco más allá de su simple cascarón, se levantó de su pupitre a la orden del profesor, y pasó al frente, totalmente seguro de que lo que iba a decir era rotundo, conciso, preciso y aceptable. Así que comenzó a recitar en voz clara, con un volumen adecuado para que oigan todas las personas, que descansaban sus cabezas entre sus palmas, apoyando los codos arriba de los bancos de clase:

"No tengo ganas de escribir,
pero escribo igual, sólo por seguir
Tradiciones viejas, vanas e insulsas
que matan y mueren sobre su mismo lecho.

Un lecho, no de rosas verdes ni violetas,
rosas negras con espinas furiosas
que cortan, sin pensar, y te dejan pensando.
Pensás en tu herida y no te importa,
aunque sangre como un esclavo de Dios.

Aunque estés vestido con colores callados,
tu pasar despierta hasta el sueño más calmo.
Profundos velos que tapian tus alas,
dejando ver sólo lo necesario,
pero con eso no alcanza (y acá es cuando olvido rimar),
porque para poder juzgar algo
como eterno o finito, hace falta comparar,
y para eso, ver de más,
pero vos callás, vestís tu velo sin dudar,
ni preguntás acerca de nada.

Pues,
todos saben que el que se cuestiona genera sospecha:
"Los libres pensadores son peligrosos", oí por ahí.

. Cambio de tema y dicto, digno, una conclusión:
'el mundo no gira alrededor del sol, sino al revés'.
. ¿Es que acaso tomamos como una certeza cualquier hecho, cualquier evento, cualquier suceso, olvidándonos de que todas las "verdades" (excepto una) son totalmente antropomórficas?
. ¿Es acaso tanto el miedo a la incertidumbre que debemos sostenernos constantemente de esas absurdas premisas para sentirnos seguros de cualquier "conocimiento" que realmente no podemos poseer?
. Quizá sea momento de olvidar, paulatinamente, lo que nos enseñaron. Pues la única verdad es aquella que no puede ser revelada. Al menos no a través de las palabras."

. Finalizó.
. El profesor dejó latir su corazón tres o cuatro veces y finalmente hablo:
-Bueno, jovencito, quizá además de olvidar, pueda ser el momento de comenzar a preguntar "por qué". Olvidar es una medida un poco exagerada, ¿no lo cree así?
-No. Realmente no, con todo respeto señor- Contestó Darío, muy respetuosamente -Creo que preguntar "por qué" no sería más que algo totalmente contraproducente. El preguntar "por qué" es abrir una puerta hacia la investigación, y la investigación sólo genera más incertidumbre. Y esa incertidumbre cada vez nos aleja más de la verdad... de la única verdad.
-Muy bien, puede sentarse- Dictó el profesor, con un dejo de profunda amargura en su sutil tonada- Tiene un 6.

. Y Darío caminó disimulando su ego que crecía considerablemente con cada paso, alimentado con las miradas de sus compañero. Y se sentó. Y observó la clase con atención. Y participó. Y luego fue a su casa a almorzar.



Mac.

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